domingo, 27 de mayo de 2012

Historias con el Banco hace diez años

Érase una vez un joven matrimonio que pese a tener unos ingresos modestos, conseguía vivir sin deudas y con algún pequeño ahorrillo para los momentos del "por si acaso".
Tenían una tarjeta que usaban para poder sacar el dinero en momentos en los que el Banco permanece cerrado y hacer alguna que otra compra para no quedarse sin efectivo.
Un día el Banco les ofreció una de esas tarjetas que pasan los pagos varios meses después de haber realizado la compra. La mujer empezó a ponerse nerviosa con esa forma de pagar porque le costaba mucho controlar el dinero con ese sistema. No la renovaron y los del Banco los miraron como a marcianos ignorantes que no saben manejarse por este mundo.
Cada dos por tres al marido le ofrecían inversiones para los escasos ahorrillos que tenían, para que tuvieran más intereses, aunque no podías hacer uso de tu dinero como te diera la gana y con frecuencia había que pasarse por la sucursal para actualizar las inversiones, aceptar nuevas condiciones, mover el dinero a otro sitio... La esposa no lo veía nada claro;  no creía en los duros a cuatro pesetas y además no entendía el sistema. Cuando le hicieron otra oferta más para invertir el dinero, la mujer decidió acompañar al esposo y ver si así se aclaraba algo. Pese a las explicaciones de la amable empleada del Banco, la esposa acabó por decirle que no entendía nada y que tenía claro que no lo entenedía porque ni ellos mismos sabían qué pasaba con el dinero en cuanto se metía en esos sitios con nombres tan extraños.... Y añadió la mujer que se fiaba de los Bancos lo mismo que de Telefónica,  que eran unos prepotentes y que no comprendía el por qué de tanto bombardeo de ofertas para cuatro duros que tenían (si era así a nivel pequeño, lo que pasaría a más nivel). La empleada le reconoció que esas cosas venían de la Central y tenían que hacer las ofertas (y captar clientes, sobreentendió la mujer) y que ella misma no tenía allí sus ahorros. No hubo más inversiones en "mundos paralelos". 
A la salida del Banco el esposo le dijo a su mujer: -eres una borde-.... Pero hubo Paz.
Diez años después el marido opina que ojalá el mundo estuviera lleno de "bordes" así.