viernes, 22 de abril de 2016

UN HOMBRE MURIENDO EN LA CRUZ: la agonía y muerte del patriarcado



Todos nacemos en un entorno social determinado, con sus costumbres, leyes, religiones, creencias, educación, paz, guerra... Eso determina nuestro pensamiento posterior, nuestra forma de ser y ver la vida; hasta que puede llegar un día en que todo eso con lo que nos han llenado el alma nos apriete, o nos haga sentir mal, o no nos cuadre con nuestra forma de ser natural... o si. Hay quien vive feliz toda su vida sin haberse cuestionado nada, simplemente aceptando todo aquello que ha recibido y así se muere tan feliz.
Pero hay personas a las que empiezan a chirriarle cosas de tal manera que las sienten como algo ajeno a ellas completamente. No es un simple ejercicio de lógica, es realmente darse cuenta de que te has tirado media vida creyendo en lo que te han enseñado a creer con la obligación además de que debe seguir siendo así porque salirse de ello es condena inmediata. Eso a mi me ha enseñado a no educar en plan sentencia; es decir: vengo de una generación en que te iban marcando el camino que por sentido común era el adecuado para salir adelante en la vida. Hoy se ve que muchos de esos valores (materiales mayormente) se caen por su propio peso. Por eso planteo el educar aportando nuestra experiencia efímera como una base de la que partir, pero dejando claro que es un punto de partida porque yo no puedo asegurar que lo que hoy es válido lo vaya a ser en el futuro. Lo aprehendido por el que viene detrás es para que lo haga crecer, o le de la vuelta completamente, o lo adorne, o lo deje como está. Yo no soy quien para juzgar a nadie y menos a un hijo porque decida que su camino no es el mismo que el mío, pero sí necesita un punto de partida.
Con la religión pasa los mismo; es muy difícil como mujer sentirse integrante de una institución todavía muy misógina que además tengo claro que ha manipulado el mensaje de Cristo hasta acomodarlo a lo que ya había, sin entender la revolución que planteaba. Intuyo que cuando Jesús vió que no era capaz de explicarse para que aquel pueblo lo entendiese, decidió dejarse matar y así hacerse inmortal hasta que generaciones más interesadas en el cambio real (y no simplemente en un "sal tú para ponerme yo") apreciasen sus esfuerzos y empezasen a caminar en la dirección adecuada.
Podría haberse dejado morir, silenciosamente, como hicieron otros Maestros incomprendido por sus discípulos; pero no, optó por hacer el mayor ruido posible para que todo el mundo se enterase de su muerte. Y está claro que lo consiguió.
Llevamos 2.000 años de cristianismo y es ahora cuando empiezan a brotar los frutos de su revolución. Están tan tiernos que aún corren el peligro de morirse, pero han aparecido. Ya he dicho más veces que Jesús mamó de culturas más antiguas que la nuestra puesto que sus enseñanzas son las mismas que culturas orientales por ejemplo, pero dichas de otra forma. Si no vino a enseñar nada nuevo ¿qué quiso transmitir entonces? El símbolo de un hombre muriendo en la cruz preside las iglesias, un símbolo de muerte. Hace no tanto alguien decidió que a María había que darle culto también, un símbolo de vida.
Voy a contar muy por encima algo que aún no está lo suficientemente extendido: A finales del siglo pasado la mayor seriedad en excavaciones arqueológicas empezó a sacar a la luz culturas muy antiguas que lejos de ser seres salvajes presentaban un avance social y tecnológico digno de admirar, pero sin algo que en los 5.000 años siguientes se convirtió en la norma: el modelo de dominar al más débil con sus armas para destruir y someter. Se pasó de un sistema solidario en el que la diosa ocupaba un lugar preponderante (que no dominante) pues era la generadora de vida y sus ciclos, a otro dominante y de sometimiento a través de la fuerza y la destrucción. Nació así el sistema patriarcal que aún hoy conservamos.
El sistema solidario no sería el jardín del Edén seguro, pero los esfuerzos de ambos sexos iban a la par para mantener una armonía social en la que se miraba más porque a nadie le faltase lo necesario para vivir que no en enriquecerse a costa de someter al otro. La mujer era una igual con el hombre y socialmente más valorada tanto por su capacidad de dar vida como por mirar de forma natural porque todo su entorno viviese bien; el hombre trabajaba en esa dirección también, respetando esos ciclos naturales generadores de vida. Por eso se adoraba a la Diosa y sus representaciones eran como una mujer dando a luz o amamantando a la prole: símbolos de vida.
Pero llegaron pueblos nómadas violentos que a base de pasar por la espada todo lo que encontraban, fueron eliminando este sistema de vida. Frente al más fuerte físicamente poco hay que hacer. Se mató a los hombres, se violó a sus mujeres y así explicado muy rápidamente se impuso el dominio de unos hombres sobre el resto de mujeres y hombres.
Si el sistema dominador se impuso (el patriarcado) será porque era bueno... es el argumento empleado para no tocarlo. Durante millones de años antes el sistema solidario creció respetando su entorno y así se sostenía. No podemos decir lo mismo del sistema dominador actual que ya ha acabado con muchas cosas. A base de destruir y dominar con la muerte lo que quedará es muerte; no ahora, pero tenemos que tener la capacidad de entender que lo que vayamos asentado ahora determinará los próximos millones de años. El sistema dominador impuesto entonces hace aguas por todos lados, y no por invasores extranjeros, es que se destruye a sí mismo.
Siento que Jesús lo vió ya en su momento, pero la gente no estaba preparada para entenderlo. Como sigue pasando ahora que preferimos quedarnos con la mente corta para sentirnos seguros y ver sólo aquello que queremos ver: que no cambie nada de nuestro mundo conocido, ese que otros antes que nosotros se han empeñado en grabar a fuego en nuestro ADN.
Jesús puso en un lugar preponderante a la mujer en una época con una mentalidad en que nadie lo hacía. Porque entendió, o lo vivió en su búsqueda personal, que es la vida la que genera vida y las más arraigadas a la gran generadora de vida, que es la Tierra, son las mujeres. Aunque ahora sea difícil verlo porque llevamos mucho tiempo intentando parecernos a los hombres para sentirnos fuertes y hacernos un lugar a su lado. Algunos posteriores a él también lo vieron y recuperaron a María para el culto. Y quizá el símbolo que nos quiso dejar Jesús agonizando y muriendo en la cruz sea mucho más literal de lo que parece: un hombre muriendo en la cruz como símbolo de la necesidad de muerte del patriarcado para que la resurrección devuelva la felicidad a la humanidad. Pero no resucitar con lo contrario, un matriarcado, que es otra forma de someter: resucitar con un sistema solidario de búsqueda de generar y respetar la vida sin someter a nadie. No creo que sea casualidad que a la primera persona a quien se apareció Jesús resucitado fuese a una mujer.
Quizá en pequeño se vea mejor: la familia. Distintos miembros de distintos sexos y de distintas generaciones. No se trata de que el más fuerte o el más anciano mande y los demás obedezcan; se trata de que cada uno con sus cualidades aporte y trabaje para que la familia viva bien y que los más sabios por experiencia de edad guíen sin imposiciones a los demás. Y las mujeres tienen un reconocimiento por parte del resto puesto que han generado y nutrido la vida y además velan, digamos espiritualmente, por todos.

Aún queda mucho por andar.

BENITA MÍLLARA

lunes, 18 de abril de 2016

SERVIDEAS 2016


EN LA PLAYA 36 M. MUCEDA & MATREM


JUGAR AL TAICHI

Lo bueno de practicar algo que te apasiona, es que llega un momento en que sales de tu círculo de seguridad y empiezas a imaginar, a disfrutar, a jugar. El círculo de seguridad son los profesores y maestros que te van enseñando, pero tu libertad está más allá. Como no siento el taichi para competir, ni para examinar, cualquier pequeño incentivo crece para ejecutar una forma jugando con ella. Y es la mejor manera de SENTIR el taichi.
Dichosos aquellos que han sentido el taichi porque eso significa que no se han conformado con entenderlo.

 Jugando pues con abanico 36 de Yang Li.