domingo, 30 de noviembre de 2014

HADA EN EL REINO DE LOS HOMBRES






El hada voló hasta el cielo para poder ver la situación desde allí; además se respiraba mejor. Hacer entender al hombre que abajo, donde estaba él, el aire estaba muy viciado, no era tarea fácil.
Se sentó en una nube y comenzó a pensar en cómo le había conocido, cómo se había enamorado de él... y cómo seguía estándolo. Si no se hubiese dado cuenta en su momento de que podía volar, no seguiría enamorada de él aunque permaneciese a su lado. Pero allí arriba las cosas que ensuciaban ese amor se depositaban en el fondo y sólo se veía el agua cristalina que estaba encima; por eso permanecía tranquila a su lado aunque él la hiriese a veces.
Bueno, no siempre a su lado. Había decidido que aquello que ella pudiese hacer y él no, lo haría de todas formas. No todos pueden volar, pero el que no puede tampoco debe tener derecho a no dejar volar a quien sí puede. Ella podía; él, de momento, no. Así había descubierto que era un hada, al mismo tiempo que conocía a Dragón, que también volaba como ella.
Era tan especial su relación con Dragón... Tan especial como que estaba pensando en él y allí venía, volando directo hacia su nube.
-¿Qué haces ahí sentada Hada?  Hace un día fantástico para volar  por toda la tierra; acompáñame y lo pasaremos bien juntos.
-No gracias, Dragón. Hoy prefiero volar con la imaginación.
Dragón hizo un gesto de “vale” y prosiguió su camino.
Hada había perfeccionado su técnica de vuelo gracias a Dragón, que en su Reino era Maestro. En el Reino de las Hadas ella provenía de una larga estirpe de Hadas Madre, algo que la llenaba de alegría pues en su paso por el Reino de los Humanos habían llevado luz  allí donde les tocó vivir.
Sabía que ella también estaba capacitada para llevar luz a los corazones, pero se sentía como una lámpara, a veces encendida, a veces apagada. Su Hada Madre ya le había dicho que los humanos son variables y hay que quererlos como son, aunque ellos no te quieran a cambio. Era duro eso, pero era así…por eso le costaba sacar su luz.
El Reino de los Dragones también era muy peculiar, porque al igual que en el de los humanos podían ser buenos o malos. Las Hadas eran buenas por naturaleza y podían encarnarse en hombre o mujer. Los dragones se encarnaban en el sexo que les correspondía y si el humano era bueno en esencia, el dragón salía con unos poderes excepcionales; pero si era malo, su maldad multiplicaba la del humano....

sábado, 29 de noviembre de 2014

EL SACERDOTE Y LAS FELIGRESAS




 Y DIOS DIJO: "HÁGASE LA LUZ"

Los hombres poquito a poco van colocándose en lugares antes sólo reservados a mujeres; hasta se les ha puesto una teta en las manos (biberón lo llaman) para que disfruten del placer de amamantar a una critatura, aunque igual aquí quien ha salido perdiendo es la criatura en sí, porque aún estamos tan dormidos que seguimos mezclando el tocino con la velocidad.

El caso es que ellos se acercan más a las cosas de ellas, pero ellas siguen siendo seres non gratos en muchos sitios. Y no tanto porque haya que alcanzar cuotas de poder, que quizá sea el miedo que tienen, sino porque no se las tiene en cuenta más que en un sentido de servilismo que parece ya incrustado en los genes de ambos sexos.

Uno de esos sitios es la iglesia católica, la institución de la iglesia católica, un engendro religioso que nada tiene que ver con la Fe, con Dios, ni con la espiritualidad. Y me da igual que haya cosas peores por ahí adelante, cada uno que barra su casa y el mundo estará limpio. 

Allí está él, el sacerdote, en el altar, predicando a su rebaño que por lo menos en la latitud en la que vivo es esencialmente femenino. Ellas van a misa, se confiesan, limpian las iglesias, colocan las flores, ayudan en la liturgia, educan en esa  dinámica a su prole, recaudan dinero para las causas solidarias, hacen de parachoques entre feligreses y sacerdote...

¿Por qué no les dicen de una vez a esas mujeres que ellas son sacerdotisas de su familia? ¿Qué tienen el poder innato de bendecir a sus seres queridos? ¿Qué esa supuesta protección que les otorgó en su día la iglesia, hoy no tiene razón de ser?

Y ellas, ¿por qué se empeñan en sostener algo que no las quiere en su plenitud de facultades? Tantos conocimientos que tiene hoy todo el mundo y que poca sabiduría sacan de ellos.

El día en que las mujeres dejen de alimentar vanidades masculinas, ese día, habrán conectado con su esencia femenina y el que podrá nutrirse será el hombre, no su vanidad, haciéndolas crecer para crecer juntos. Eso a ellas las hará brillar y bienaventurado aquel de los hombres que sepa aprovechar, conservar, disfrutar y ayudar a desarrollar ese brillo porque ese día encontrarán ambos el equilibrio.

¡Cuantas generaciones y generaciones de mujeres apagadas llevamos...!

La iglesia es una de tantas instituciones, no es un escrito de ataque a una religión... el mundo en general es patrimonio de los hombres; la mujer se adapta a él, apenas participa en su creación; pero si los padres de la espiritualidad no dan ejemplo, su pecado es mayor porque no cumplen la misión que tienen en realidad y por lo tanto es legítimo cuestionar su liderazgo.

viernes, 21 de noviembre de 2014

MATREM TAICHI



EL CUERPO COMO DINAMO

(MATREM TAICHI PARA ADOLESCENTES)
Benita Míllara.


Pregunta a un adolescente:
-¿Tú cuando necesitas recargarte de energía, que haces?
Respuesta:
-¿Sentarme?
Responde con otra pregunta porque por su cara se ve que le resulta bastante absurda la cuestión. Le pregunto si ir al gimnasio o salir de paseo no le recarga, y la contestación es otra pregunta:
-¿pero así no gastas energía?
Sigo indagando con más preguntas:
-         - ¿y cuando te sientas para recargarte, qué más haces?
-      - No hago nada – responde con el ceño fruncido y con cara de “esta mujer hace unas preguntas bastante raras”.
Bien;  los adultos hemos tomado por costumbre hacer más cosas cuando necesitamos recargarnos: viajar, ir al gimnasio, salir de copas…  vamos, estar continuamente enchufados a otras historias distintas de la rutina del trabajo diario.
Resulta, que eso que ha apuntado este adolescente en taichi se llama “wuchi”, que traducido sería algo así como “no hacer nada”… pero nada es nada… vamos, lo que ha dicho de forma literal: sentarse a no hacer nada.
Es una manera muy efectiva, económica y sencilla de autorrecargarnos, que unida a una respiración de esas que para vosotros son como místicas porque hay que inspirar despacio, llenándose bien y soltarlo también despacio vaciándose el cuerpo, pues digo que ese no hacer nada unido a una buena respiración, nos sirve para recuperar las fuerzas.
¿Qué puedo añadir?
Pues que la juventud también puede ser muy sabia.