jueves, 12 de noviembre de 2015

MI PEQUEÑO MUNDO SIN MI


Muchos de los agobios modernos proceden de
creernos el ombligo del mundo, el considerarnos
imprescindibles.

Hacer un simple ejercicio imaginando cómo sería
nuestro pequeño mundo sin nosotros, quizá nos
ayudase a eliminar miedos, egoísmos y vanidades.

Aunque parte de ese pequeño mundo desapareciese
porque nosotros no estamos, el resto del mundo
seguiría igual su camino.

Aunque nos digan lo mucho que nos quieren, los
demás continuarán adelante sin nosotros.

Aunque lo que hayamos creado desaparezca con
nosotros, otras creaciones de otros ocuparán nuestro
sitio.

Esto no quiere decir que mientras estemos nuestra
labor no sea importante, sólo digo que no es imprescindible.

También es verdad que siendo esto así, a algunos,
cuando faltan, se les echa mucho más de menos que
a otros.

Por eso las cosas que creamos, lo que hacemos, a
quien más le sirve para algo es a nosotros mismos;
sintiéndonos bien de esta forma, hacemos sentir
bien a los demás mientras nos toque estar entre
ellos.

Por eso, hay que crear y hacer, para que tu parcela
de mundo sea un bonito campo y no un desierto.
¿Qué desaparecerá y el mundo seguirá girando?,
por supuesto; pero mientras esté que se vea florecido
y bello, no árido y desagradable.

El taichi favorece nuestro florecer.
"MATREM TAICHI" . Benita Míllara

miércoles, 11 de noviembre de 2015

FORMA 8 CHEN

Cuando se tiene un Gran Maestro, hay que seguir al Gran Maestro. Cuando se tiene un Maestro que te acompaña en tu camino, hay que dejarse acompañar. Parece una perogrullada pero cada día olvidamos más lo evidente y que se supone que ya sabemos. Y otra perogrullada es que no todos los Grandes Maestros lo son en realidad ni que todos los Maestros saben acompañarte en tu camino; por eso cuando lo SON y SABEN, a los demás nos corresponde SABER SER.

Maestros y su Maestría para todos ustedes... y una servidora aprendiendo.
( El GM. Liming aparece aquí en la primera de las tres repeticiones de esta forma: desde una ejecución suave, a una intermedia y a una intensa).
GM. Liming Yue, M. Mariano Uceda, Monse.

1- Árbol
2- Perezoso en atar chaqueta
3- Seis sellos y cuatro cierres
4- Látigo simple
5- Grulla blanca despliega sus alas
6- Caminar oblicuamente
7- Árbol
8- Cierre




jueves, 5 de noviembre de 2015

HASTA QUE LA MUERTE OS SEPARE




Las tertulias de café resultan en ocasiones un germen para filosofar de lo más interesante.
Esta historia comenzó en una charla de café cuando una de las presentes planteó que ahora que había entrado en la menopausia y siguiendo lo que su religión le había enseñado, no debería tener relaciones sexuales puesto que ya no podría tener más hijos. En efecto, el matrimonio católico condicionaba el sexo a tener hijos; y todo acto sexual que no permitiese la posibilidad de quedarse embarazada entraba ya en la esfera de pecado o asimilado. El propio Código Canónico recogía como una de las causas para pedir la nulidad del matrimonio el no poder tener hijos (no sé si sigue apareciendo esa causa de nulidad, pero francamente no me voy a molestar en mirarlo).
El caso que empezamos a hablar de esa "muerte" que supone la menopausia en la mujer, que por por otro lado lleva a una resurrección, pero que indudablemente supone que no podrás tener más hijos.
Si miramos este tema desde la religión católica nos encontramos entonces con que una mujer casada, en la menopausia, en realidad vive dentro de un matrimonio susceptible de ser anulado.
Si ampliamos el concepto de muerte del que se habla en el matrimonio cuando se dice aquello de "hasta que la muerte os separe", podemos entender entonces que esa muerte ya puede suponer legalmente la disolución del matrimonio.
 Puesto que una premisa básica como es tener hijos ya no se puede cumplir y que efectivamente se ha llegado a una muerte, tenemos ya dos causas para considerar que el matrimonio religioso ya no existe: por un lado puede considerarse nulo y por otro es susceptible de disolución.
Imagino que cuando se ideó lo de "hasta que la muerte os separe" no se pensaba en una muerte parcial del humano, quizá porque eso de la menopausia no se planteaba por ningún lado, sobre todo porque la mayoría de las mujeres ni llegarían a la edad en que se produce esa muerte.
Con todo esto, llegamos a la conclusión de que quizá legalmente los matrimonios en los que la mujer ya ha entrado en la menopausia, en realidad están fuera de la legalidad católica. Igual que el sacramento de la comunión hay que practicarlo de forma regular para que sea efectivo, o que el del bautismo se renueva con la confirmación, quizá el del matrimonio debería ser confirmado para que siga siendo un sacramento que imprima luz a los cónyuges que es lo que debería ser realmente desde el principio.