domingo, 23 de diciembre de 2012

Leyenda completa y libre del origen del Tai Chi
Cuenta la leyenda que un gran guerrero llegaba siempre a su casa victorioso de sus peleas, pero tambien herido y lastimado.
Su esposa lo esperaba siempre con preocupación.
Un día sus heridas fueron tan importantes que le llevó semanas recuperarse de su última pelea. Su esposa entonces habló con él:
-Esposo, no puedes continuar así. Tu fuerza es limitada y te haces viejo. Un día encontrarás un rival que te mate.
-¡Qué sabrás tú, mujer! Entreno duro para ser el mejor y estas heridas son la muestra de mi valentía. ¡Te protejo con mi fuerza!.- replicó el guerrero.
-Tienes razón- dijo la mujer- yo sólo sé que para traer al mundo a tus cinco hijos he empleado la fuerza que me ha dado la naturaleza; no me he entrenado para ello, no me he herido y me siento más fuerte. Yo sólo sé que si la roca más pesada de esta montaña se precipitase contra un hijo mío, sería capaz de pararla. Yo sólo sé que si tú faltases continuaría como ahora: invisible en mi vida; no necesito tu lucha. Tú la buscas porque la necesitas para sentirte fuerte, ¿qué pasará el día que no puedas luchar más?
El hombre no replicó. En cuanto se sintió mejor se fue a dar un paseo a la orilla del río. Allí pensó en lo que le había dicho su mujer. Gastaba mucha energía en ser el más fuerte y eso mísmo lo volvía débil....Se fijó en las pulidas rocas por el agua del río; ese río que cuando se desbordaba era imparable....Pensó en su esposa, ese ser al que consideraba débil pero que nunca había faltado a sus obligaciones, que lo sentía antes de que él se presentase, que había gestado vidas... Vida... Él empleaba su fuerza para la muerte...la suya propia.
En sus pensamientos estaba cuando una grulla y una serpiente se enzarzaron en una pelea; la fuerte grulla no era capaz ni de rozar a la escurridiza serpiente. Se puso en el lugar de la grulla y vio cuán impotente se sentia. Se puso en el lugar de la serpiente y se sintió poderoso: tenía la pelea en su terreno y lo que no parecía nada comprendió que lo era todo.
Y volvió a mirar al río que con su fuerza continua era capaz de pulir una roca y destruir una aldea, pero al meter la mano en el agua esa fuerza era suave, se adaptaba a él. Pensó en su esposa....
Se sintió vacío.