jueves, 7 de marzo de 2013

Y SI UN DÍA...

La culpa era suya, estaba claro. El no pronunciarse, el escuchar sin rechistar, el no manifestar ni la más mínima emoción, permitía a los demás hacer y decir todo lo que quisieran; daba igual que ella no quisiese saber determinadas cosas... daba igual porque tampoco nadie concocía sus sentimientos.
Ese no querer saber no era por un simple vivir en la ignorancia, era supervivencia emocional. Cuanto menos supiese de determinados temas, menos sufríría por lo que ya no podía disfrutar.
A veces lo veía como un ciclo que algún día terminaría para volver otra vez al principio; otras lo veía como un final de etapa que no se repetiría más.
Pero el ahora era que algo se había detenido, porque así el resto vivía más feliz. Eso le agradaba, verlos felices, pero deseaba que dejaran de recordarle que ya no formaba parte de aquel mundo. Que hagan lo que quieran, pero si ya no estaba ella allí, ¿para qué hablar del tema? Además le resultaba insultante que lo que antes ella no podía comentar porque aburría, ahora tenía que ser tema de conversación. ¿Cuando era ella la que quería hablar acaso no era lo mismo? Ahora sí que ya no era lo mismo...

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