martes, 26 de febrero de 2013

Y SI ALGÚN DÍA...

Las prefería en vida, claro, más que nada por disfrutar de su aroma; pero como eso no podía ser, confiaba que el último día que su cuerpo estuviese en este mundo le cumpliesen el deseo de llevar un pequeño ramo de rosas blancas.
No eran sus preferidas. En realidad le gustaban las rosas de te, esas que nacían asilvestradas en su jardín; aunque mejor que las dejasen allí, en todo su esplendor, ya les haría ella una visita cuando pudiese.
Porque lo bueno de desprenderse del cuerpo es esa total libertad que recobra tu alma. Para ello hay que morise en paz, y a ella de eso le sobraba. Le habían ido quitando todos los pequeños placeres que la mantenían unida a este mundo material; sólo el Amor a sus hijos la mantenía pegada a la tierra. Ese Amor se iría con ella, formaba parte de ese alma que ansiaba la libertad. El día que ellos pudiesen sentir a su madre sin tenerla cerca, para ese día, ella sólo pedía un pequeño ramo de rosas blancas.
El resto de las cosas ya no le causaban emoción alguna, o de causarla no le afectaba. Tanta gente que necesita tanto espacio para vivir una vida oscura y mezquina.... pues nada, no iba a ser ella la que les quitase espacio; todo para ellos.

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