lunes, 1 de diciembre de 2014

INSULTOS




Mi adolescente particular me ha dicho que para escribir algo y que un adolescente le preste atención, tengo que emplear un lenguaje menos formal y meter insultos.
Lo segundo me hizo gracia, pero no lo consideré imprescindible, la verdad… hasta que me dio por mascarlo y digerirlo un rato.
Veamos, si este es mi libro en el que quiero escribir lo que yo quiero decir y no lo que se supone que quiere el resto de la peña que diga, lo de insultar mola… y mucho. Sobre todo porque tengo unos cuantos candidatos a ser insultados. Así de paso también os explico que una forma fantástica de arreglar cuentas con alguien es escribir lo que se piensa de esa persona, con ansia, sin guardarse nada (total no lo va a leer) y después destruir el papel para no liarla por si lo encuentra. No has hecho daño a nadie y te quedas de un bien…
Yo no voy a poner nombres, por supuesto, y hablaré en general, pero mi carta particular podría ser algo así:
“Queridos todos (el amor no debe faltar nunca), esos que en su día se empeñaron en hacerme quedar sentada cuando yo empezaba a caminar en mi mundo de taichi; a esos sabios del “porque yo lo digo y es así”, a aquellos empeñados en darte pautas para ser feliz cuando ellos mismos no se las aplican porque no se las creen, a los que guardan secretos esperando poder venderlos a buen precio algún día… a todos esos y a alguno más les digo que hagan el favor (ser educados no cuesta nada) de irse un poquito a la mierda, y si puede ser un poquito más allá, procurando que si vuelven no traigan más mierda de la que ya han dejado antes de irse.
Eso sí, quiero agradecer (la gratitud en todo es fundamental) su existencia, pues sin ella me habría costado más saber la clase de persona que NO quiero ser, con ustedes me ha quedado muy claro: no quiero ser como ustedes.”
Ya está, a seguir adelante.

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