Esta frase es como un mantra que
cada dos por tres escucho de boca de mi adolescente particular.
Un simple comentario mío le
provoca su “tranquilízate mami”, y la tranquilidad de la que gozaba hasta ese
momento empieza a ser dudosa.
Supongo que es la versión
abreviada de “no me des la brasa con tus historias que eres prehistórica
total”; cuando el cerebro de un adolescente reconoce la voz de la madre salta
un resorte que le obliga a bloquearse para que esa voz no entre en su cabeza.
Sí, esa voz que ya escuchan en tu
barriguita y que después buscan constantemente… hasta que llegan a la
adolescencia, claro.
Que si llamo para comer:
“tranquilízate mami”.
Que si pregunto si hay muchos
deberes: “tranquilízate mami”.
Que si lo miro: “tranquilízate
mami”.
¡Por dioooos!... además no sale
con aquella vocecilla infantil no tan lejana, no, ahora tiene un gallinero en
la garganta y a veces suena hasta siniestro.
Claro que como esta mami hace
taichi, mi fortaleza mental es grande y vamos llevando con humor el “tranquilízate
mami”; una simple mirada transforma ese mantra en “no he dicho nada” y todos
contentos.
Divina adolescencia! Jajaja. Menos mal que el tiempo lo cura todo.
ResponderEliminarCon las niñas es diferente, creo por mi experiencia...así que tendrás que preocuparte de otras cosas.
Por cierto que horas son esas de escribir un post...un día festivo!
Escrito ya estaba...jjj...solo copiar y pegar. De niñas ya contarè, aunque quizà prefiera el " tranquilìzare mami"
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