Tengo aún cuerpo de niñ@, me sigue gustando jugar con muñecas
y coches, busco los mimos de papi y de mami… pero mi cuerpo cambia, me apetece
hacer cosas de mayores como probar una maquinilla de afeitar o ponerme los
tacones de mamá… me siento rar@.
La verdad es que a los papis nos cuesta más que a vosotros
asumir esos cambios, porque dejáis de ser esos niñitos que nos adoraban para
empezar a cuestionarnos y querer más independencia y a veces estar
insoportables.
Pero también es verdad que los adultos somos nosotros, que
también hemos pasado por ello y debemos buscar la manera de que esos cambios
sean simplemente cambios y no un enfrentamiento constante entre vosotros y
nosotros.
Contarle a papá o a mamá de forma sincera lo que sea que
queráis contar, es muy bueno y a nosotros nos ayuda mucho. El debate, el
diálogo, el compartir ideas y pensamientos hace que nosotros entendamos vuestro
cambio particular y a vosotros os libera de la presión de tener que soportarlo
solos.
Si los papis andan muy ocupados porque lo de trabajar es algo
que hoy en día hay que tomarlo como una bendición, no os sintáis abandonados
porque no lo estáis; sólo que hay que encontrar el momento. Es bueno escribir
las cosas y cuando surja el momento adecuado sacarlas a la luz. Ir guardándolas
hasta que la pelota se hace tan grande que después no hay manera de detenerla
es muy mala idea.
Así también nos enseñáis a nosotros cómo se hacen bien las
cosas.
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